El baloncesto no es solo basket, es algo más. Dentro esconde muchos otros factores como son los sentimientos o las emociones, pues al fin y al cabo, los jugadores también son personas. Aquí descubrirás todo eso y más.

November 18, 2005

Clutch-Time

La hora de la verdad, el momento donde todo se decide; canastas imposibles, mates increíbles y remontadas de ensueño. Así es el clutch-time, los dos minutos finales de partido.

Y es en esos instantes, cuando si el encuentro va igualado, puede no servirte nada de lo que hayas hecho hasta entonces. Es tambíén tiempo de jugones, donde mucha gente se diluye y le quema el balón en las manos, pero donde triunfan los que no tienen miedo a tirar, a decidir el partido hacia un lado u otro. Solo hay que mirar leyendas como Reggie Miller con actuaciones como la del Madison Square Garden con 8 puntos en 8 segundos, para decantar el encuentro a favor de Indiana en el 95.


...miras el marcador, ganáis de dos puntos, concretamente el electrónico marca un 77-75. Queda apenas 1.53 para que acabe el juego. Sacáis de banda, después de un tiempo muerto, con doce segundos de posesión por delante. El balón rueda en las manos del base. Jugada ensayada, exactamente un doble bloqueo al alero por el fondo para salir a tirar un triple, sin embargo, mientras sales del bloqueo, este, que se preparaba para pasarte botando pierde la bola. Contraataque y canasta. Empate en el marcador. Te cabréas con el equipo, y no es para menos, pues ya son tres balones seguidos regalados al rival. Para colmo en la jugada siguiente se sale de la presión con cierta facilidad, pero en el segundo cinco un compañero se tira un mal tiro sin posibilidad de rebote ofensivo y lo falla. De nuevo tiempo muerto. Queda 1.28. 77-77. Cae bronca en el banquillo. Sabes que debes asumir la responsabilidad.

Te centras en defensa. Rompen al escolta, pero llega la ayuda, y consigues robar el pase de salida. Rápidamente sales botando y te encuentras en un 2x1. Atraes a la defensa y das la asistencia. 79-77. Ataca el otro equipo. Realizan una posesión larga. Se le corresponde con una buena defensa, pero en el último segundo se queda uno solo y tira de tres sin oposición. Dentro. 79-80. Subes tranquilamente al ataque, aún queda tiempo. El base manda puño. Directamente te colocas en tu posición. Te preparas para recibir el bloqueo. Lo pasas con ventaja, aunque apenas unos segundos te paras al oír el pitido del árbitro. Falta en ataque del pívot bloqueador. Y es la quinta. Quedan quince segundos y el equipo se ve obligado a cometer falta. La grada pita mientras el jugador contrario se dispone a realizar los lanzamientos de tiros libres. Tú con los brazos en alto esperas que los falle. El primero no entra. Aunque el segundo sí. 79-81. Trece segundos para el final. Tiempo muerto. Bebes un poco de agua a la vez que el entrenador explica la última jugada. No puede fallar. Todo queda bien claro. El otro equipo ya ha salido y se prepara para realizar una presión a todo campo. El árbitro mete prisa. Salís a pista. Subes la bola. Apunto de perderla pero consigues mantener la bola. Metes un pase en profundidad al ala-pívot que esta en el medio campo de poste. Seguidamente la recoges, y te paras en campo atacante, mientras el resto del equipo realiza un movimiento. Bloqueo entre aleros y aclarado. Es un despiste, pues el pívot sube rápidamente a realizar un bloqueo directo. Sales solo, pero te legan a puntear. Realizas un amago de ir hacia adentro, y das un paso atrás para tirar. El balón sale de tus dedos. Todo parece ir muy lento. Suena el pitido final, mientras el balón sigue en el aire. Todos mirando a canasta expectantes. Y....¡entra!

82-81. ¡Victoria! Todos salen corriendo del banquillo saltando de alegría, mientras en el equipo rival sus caras son de absoluta decepción, pues lo han tenido muy cerca pero han perdido. Sabes que has cumplido tu papel, has realizado un excelente partido, pero eso no te importa. Habéis ganado.