El baloncesto no es solo basket, es algo más. Dentro esconde muchos otros factores como son los sentimientos o las emociones, pues al fin y al cabo, los jugadores también son personas. Aquí descubrirás todo eso y más.

March 31, 2006

En el fondo del banquillo

Doce jugadores. Cinco salen de titular. Otros tres son habituales en la rotación. Quedan cuatro. Cuatro jugadores en el fondo del banquillo, que únicamente disfrutan de los minutos “de la basura”.

Es una sensación extraña. Pasarse todo el partido en el banco, pudiendo solo llevar el agua a los compañeros y animar al máximo. Como mucho puedes jugar cinco minutos, y eso siempre que el equipo gane o pierda de bastante, y a veces ni aun así. Peor aún es si un partido juegas mucho y al siguiente nada (sino que se lo digan a algunos jugadores de los Knicks). Además, nunca sabes si entraras en un traspaso como relleno y te tocará hacer las maletas. Así es el mundo de los “calientabanquillos”.


Empieza el partido. Tú en el banquillo como siempre. Los minutos van pasando lentamente mientras se hacen relevos en la pista. Pero tú sigues sentado. Te mueves para ofrecerle ánimos a un compañero que acaba de fallar una canasta solo, o en los tiempos muertos para darles agua y dejar que se sienten los de pista. Eso es todo.

El partido está muy difícil y quieres ayudar, mas no puedes. Sabes que si salieras al campo meterías canastas. Estás convencido de que es tu día, pero eso al entrenador le da igual.

Llega el descanso y el marcador señala un 35-46 en contra. El equipo no está jugando a nada. Dos jugadores con tres faltas. El mejor del equipo apenas lleva 4 míseros puntos y no tira del carro. El vestuario parece un velatorio. Cae la bronca del siglo. Eso sí, bronca para todos, y piensas:
- ¿Qué cojones habré hecho mal si no he jugado?

La segunda parte lleva la misma tónica que la primera. Siguen jugando los mismos y el rival sigue alejándose en el marcador.
- ¿Por qué no prueba a sacar a otro? – piensas – No sé, quizás a mí.

Cuando comienza el último cuarto ganar ya es una utopía. Perdemos de 22, pero un parcial nos pone a 27. Un desastre vamos. La distancia no sigue aumentando con el paso de los minutos solo porque ellos ya han sentado a todos los buenos, pero tampoco se recorta. Te cabreas con el entrenador. Pasas del partido y ya todo te da igual. Quedan 5 minutos y 30 abajo.

Entonces sucede un milagro. El entrenador te llama y te señala a la mesa. Corriendo te acercas y pides el cambio. Calientas un poco y enseguida entras. El partido está ya acabado así que sales a divertirte. Te llega un balón al triple. No te lo piensas y tiras. Se sale de dentro. No pasa nada, el siguiente ya entrará. Defendéis y robas el balón. Cuando la vas a meter te hacen falta. Fallas el primero, pero te concentras y metes el segundo. Poco a poco se acaban esos 5 minutos, te han sabido a poco, pero te han bastado para meter 6 puntos y jugar bien.

El partido ha acabado. Te diriges hacia el vestuario. Llegando al túnel de vestuarios ves al entrenador a un lado hablando con el segundo. No estás de acuerdo con él, pero hoy le perdonas. A fin de cuentas, has jugado, y solo eso te importa ya.